Sinopsis
El Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa (APJ) presenta las versiones castellanas de dos obras de literatura femenina clásica: El diario de Murasaki Shikibu y El diario de Sarashina, aparecidas a inicios y mediados del siglo XI respectivamente.
En otros países, el género del diario íntimo no surgiría sino hasta el Medioevo, mas, el de autoría femenina demoraría hasta la Edad Moderna. En lengua japonesa, este género había sido inaugurado en el siglo X. El notable poeta Ki no Tsurayuki lo creó simulando que era una mujer, al valerse por primera vez del silabario fonético inventado en el Japón. En adelante fueron damas quienes llevaron la literatura diarística a su expresión superlativa.
La peculiaridad de estos diarios es el modo de registro, así como su contenido. Ya no en la escritura china, que entonces se conociera comúnmente como «otokode» («mano de hombre »), sino en el fluido y curvilíneo silabario fonético, apodado por ello «onnade» («mano de mujer»). Tales diarios evocan la lengua que practicaban las damas, verificando que la escritura silábica era la idónea para enunciar los sensitivos vislumbres del corazón, comunes al género humano.
Los diarios de entonces, testimonio literario femenino de un sin igual fulgor, inauguraron así el extracto cotidiano de impresiones personales, que con agudeza mostraran el mundo interior. En la intimidad de sus alcobas, las damas leían, soñaban, observaban su entorno y escribían acerca de sus anhelos, pesares, alegrías; o desvelaban las emociones que personas y sucesos de su entorno suscitaban. Este género no se conocería en ningún otro rincón del mundo hasta varios siglos después, convirtiendo a la literatura japonesa de mano de mujer en la precursora de la afirmación intelectual femenina en el mundo.
El diario de Murasaki Shikibu (1010): Asiento de experiencias como dama de honor en el Palacio Imperial, obra de la notabilísima primera novelista, autora de El relato de Genji (publicado por el Fondo Editorial de APJ en 2013-2017), describe la circunstancia pomposa del alumbramiento del primer vástago de la emperatriz, parienta materna del emperador de entonces. Pero la autora, con mirada perspicaz, analiza su propia mente y el ritmo de sus emociones, así como de las ajenas, luego de personales vivencias. Este diario aportó al desarrollo de la obra capital El relato de Genji como prominente guía de la vida humana.
El diario de Sarashina (1060) de la autora conocida como la hija de Sugawara no Takasue, de bajo rango cortesano. Recopila remembranzas de unas cuatro décadas que se remontan a su pubertad y llegan hasta su senectud. Tales evocaciones se lucen cual un repertorio de anécdotas, ensoñaciones, premoniciones y reseñas de sus recorridos por el interior. Asimismo, de intrigas y romances en la corte de Heiankyô (la capital de entonces, hoy Kioto) que perduran en la retina del lector como la instantánea imagen de un privilegiado y colorido mundo, definitivamente eclipsado. Este diario es considerado como la inicial revelación de la persona, sus aficiones y pasiones domésticas, estrenando el «otaku» en las obras literarias.