Sinopsis
Presentación
En el semáforo, mientras uno espera el cambio del color, pueden pasar situaciones inesperadas del pensar. Es una pausa no solicitada, un moméntum sin mucha importancia, presto para ocurrencias. Allí mientras transcurre el tiempo, hay segundos, minutos, en los que puede llegar una epifanía, tomar uno decisiones, proyectar, inquietarse, provocarse, en fin.
La rapidez de la vida, la velocidad del transcurrir, el agite diario, a veces nos deja sólo fragmentos, el llamado ahora es el azote, es el lugar de parqueo; entonces nos vamos pareciendo a un semáforo: encendemos motores con el verde, en rojo ensimismados, mientras que en naranja es lo más contundente: el tránsito inmediato.
También podría ser, medio mercenario, o de psicología barata, pensar, que la vida es como un semáforo: en ocasiones uno se enoja por la falta de luz verde, hay conflictos y rencores cuando se pone en rojo, luego comprendemos que cada una de las acciones son necesarias, que un aspecto supone el otro contrario: parar-continuar, más una mínima transición: alistarse, el naranja.
Alguien me contó que cambiar supone ver de otro modo, que lo mismo observado, obtenga variables diferentes. Eso no es fácil, digamos, que una situación calamitosa, cambia, si se mira como una alternativa para
que un desamor es la oportunidad de volver a uno, que una infidelidad es la opción de saber cómo se construyó la relación afectuosa, y así, cada circunstancia puede cambiar y uno mismo, si mira con otros ojos. El lenguaje nos transforma. Y en el intercambio de sentidos dejamos de ser y somos en la medida que nos permitamos sostener.
En un semáforo se cambia tan de prisa, y un encuentro es a veces tan rápido que nos da pocas escalas. O quizás nos trasciende, nos amontona o nos dispersa. El caso es que estas letras, muchas escritas en intersticios de la vida, forjadas -varias- con el ideario del pueblo Misak, quienes intentan re-existir, y con los que he podido compartir, me han enseñado, que hay que enojarse, que nada de la vida es gratuito, pero que luego de un conflicto, de un momento agitado, hay que volver al camino y dedicarse a amar y ser feliz.